Música, valor social y comunidad desde el Preuniversitario de la Sede del Caribe
El preuniversitario de Educación Musical en la Sede del Caribe tiene cerca de 100 integrantes. Foto (EC-570)
Su sueño era ser músico; sin embargo, Jefferson Monestel Rivera migró de Guácimo a Limón para estudiar Ingeniería Química en la Sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica (UCR). Al poco tiempo, observó estudiantes y personas deambulando por la sede con instrumentos musicales, y así descubrió el Preuniversitario de Artes Musicales (EC-570) de dicha sede, donde pudo estudiar clarinete y violonchelo.
Este proyecto de acción social ofrece formación musical a más de un centenar de estudiantes de diferentes edades, desde niños hasta adultos. Asimismo, ha permitido el acceso a instrumentos especializados, la creación de ensambles y festivales, y la participación de estudiantes en escenarios nacionales e internacionales.
Un gobierno que abandona la cultura
Mientras el presupuesto para el sector cultura ha venido decreciendo significativamente —para el 2025 la inversión se redujo en ₡2 995 millones asignados al Ministerio de Cultura y Juventud—, investigaciones como El poder de la educación musical del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), señalan que la formación musical apoya el desarrollo y previene riesgos sociales; funciona, además, como motor de inclusión social y desarrollo económico juvenil, fortaleciendo habilidades cognitivas, socioemocionales (autocontrol, trabajo en equipo) y la permanencia en el sistema educativo.
La coordinadora del proyecto, Ileana Rivera, destacó los logros del preuniversitario, cuyo inicio se dio en la década de los noventa con clases de guitarra y piano. Con el tiempo, se incorporaron nuevas cátedras de cuerdas y vientos. “En este momento tenemos más de 100 estudiantes matriculados en el programa”, indicó.
Rivera señaló que en los últimos años se adquirieron instrumentos como violonchelos, contrabajos y timbales, lo cual amplió la oferta formativa. “Un fagot o un clarinete bajo pueden costar miles de dólares; el préstamo hace accesible, algo que de otra manera sería imposible”, explicó.

El gráfico correspondiente muestra claramente la disminución sostenida del presupuesto del Ministerio de Cultura Juventud y Deportes desde el último año de la administración Alvarado hasta el tercer año proyectado de la administración Chaves, bajo la misma metodología (MCJ central, excluyendo los órganos desconcentrados). Fuente: Elaboración propia datos con datos extraídos del Sistema de Información Cultural
Ensambles y géneros musicales
El preuniversitario cuenta con bandas, cameratas iniciales y avanzadas, así como ensambles de diversos géneros. Entre ellos destaca el ensamble de calipso, ritmo declarado patrimonio cultural de Costa Rica. “Estamos montando un calipso con chelos; es algo que refleja nuestra identidad caribeña y que difícilmente podría verse en otro lugar”, afirmó Rivera.
Entre las metas a mediano plazo, la coordinadora mencionó consolidar una orquesta sinfónica en Limón, lo que ampliaría las posibilidades de formación y proyección de las y los estudiantes.
Los ensambles del proyecto también se han presentado en espacios públicos de la provincia, como el Parque de Limón, y en escenarios nacionales como el Teatro Nacional.
Sueños y retos
En el último año se han realizado festivales especializados, entre ellos el Festival Internacional de Cuerdas, el Festival de Percusión, el Festival de Clarinetes y el Festival de Músicas Afrodescendientes, con la participación de docentes, estudiantes e invitados nacionales e internacionales.
El mantenimiento de los instrumentos es uno de los principales desafíos debido al clima caribeño. “Una cuerda que en San José dura años, aquí se revienta tres veces en un año”, comentó Rivera.
Aporte de la música a la persona y la sociedad
Rivera destacó que el arte y la cultura tienen un papel fundamental en el desarrollo humano. “Sin este proyecto se perdería un ser humano en toda su integralidad, en su valor como persona y en su identidad”, expresó.
Sobre la baja en la inversión estatal en cultura en los últimos años, la coordinadora señaló que este tipo de espacios permiten contrarrestar esa carencia, pues la música no solo forma en lo técnico, sino que aporta disciplina, sentido de comunidad y oportunidades económicas. “Cada concierto y cada festival generan movimiento cultural y también económico en la zona”, explicó.
Para Perla Mejías Calvo, estudiante de violonchelo “el preuniversitario significó cumplir un sueño postergado; pensé que era tarde para empezar, pero aquí aprendí paciencia y constancia”, indicó.
Su hijo Caleb Campos Mejias, de 11 años, quien también asiste al preuniversitario para estudiar percusión latina, destacó lo que le apasiona del programa. “Me gusta mucho tocar batería y marimba, y haber tocado en el Teatro Nacional fue una experiencia inolvidable”, dijo.
Además de su trayectoria musical, Monestel está por concluir sus estudios en Ingeniería Química. “El preuniversitario me permitió acceder a un instrumento que nunca habría podido comprar. Es un espacio seguro donde uno aprende y se proyecta hacia el futuro”, afirmó.
Este proyecto se ha convertido en un espacio de referencia en la provincia. “Nuestro preuniversitario es una plataforma y un espacio seguro para jóvenes y familias de la región Caribe”, afirmó la coordinadora.
Si bien para Monestel el cambio de Guácimo a Limón no fue sencillo, la música constituyó un bálsamo y un aliciente para seguir adelante. “Mi familia migró de Guácimo a Limón y fue difícil adaptarnos, pero aquí encontré en la música un espacio para crecer y sentirme parte de una comunidad”.
Ahora el estudiante planea que su proyecto de graduación sea la creación de un biopolímero para la elaboración de cañas de clarinete, ya que estas son caras, se gastan muy rápidamente en el ambiente tropical (una por semana) y la especie de bambú con la que están hechas están en peligro de extinción. De esta forma, estaría uniendo su formación científica con su experiencia artística.



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